La lucha de la sociedad balear contra las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo ha dado su primer fruto: la compañía petrolera escocesa Cairn Energy se ha visto forzada a abandonar sus planes de extraer hidrocarburos en el golfo de Valencia, en un área de gran valor ecológico localizada frente a las costas de Ibiza y Formentera y de la Comunidad de Valencia.
Como explicábamos hace unas semanas en estas mismas páginas, son tres los proyectos de prospecciones petrolíferas que han suscitado el rechazo frontal y sin precedentes de la sociedad balear: el citado de Cairn Energy en el golfo de Valencia; el de Spectrum Geo Limited en el mar Balear; y el de Seabird Exploration en el golfo de León, frente a las costas de Cataluña y Baleares.
Las buenas noticias vienen estos días de la mano del primero de estos proyectos, pues el pasado 2 de junio se ha conocido públicamente, gracias a la labor de la Alianza Mar Blava, que la petrolera Cairn Energy ha solicitado al Ministerio de Industria, Energía y Turismo la extinción de sus cuatro permisos de exploración de hidrocarburos en el golfo de Valencia (llamados Benifayó, Gandía, Alta Mar-1 y Alta Mar-2). Permisos que, mediante los Reales Decretos 1774/2010 y 1775/2010, el entonces ministro de industria, Miguel Sebastián, otorgó a la compañía escocesa en la pasada legislatura.
La primera fase de los trabajos dentro de esos permisos petroleros, el proyecto de adquisición sísmica (sondeos acústicos), cosechó, cuando fue sometido a información pública a finales de 2013, una oposición rotunda. Más de 128.000 alegaciones de ciudadanos contrarios al proyecto (de las cuales 117.000 proceden de Baleares) fueron legalmente registradas en este procedimiento administrativo, lo que constituye un récord histórico de enorme trascendencia en un proyecto de estas características. Además se presentaron decenas de alegaciones de Administraciones, instituciones, ONG, entidades del sector privado, del sector del turismo, del náutico, de cofradías de pescadores, etc., todas ellas contrarias al citado proyecto. En todas esas alegaciones se hacía hincapié en los negativos y críticos impactos medioambientales que éste tendría para la fauna marina y sus hábitats, así como para las especies de interés pesquero.
También el Govern balear apoya el rechazo a este proyecto y al resto de prospecciones petrolíferas planeadas en torno a las Islas Baleares, al igual que sucede con todos los Consells insulares. Es el mismo caso del Parlament balear, donde se han aprobado unánimemente varias mociones en este mismo sentido.
Hay que citar expresamente el informe de septiembre de 2014 emitido por la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar (DGSCM), perteneciente al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en el cual se desaconseja de forma contundente su realización por una larga serie de motivos medioambientales.
Entre otras muchas cosas, este informe preceptivo de la DGSCM refleja que el proyecto se llevaría a cabo íntegramente dentro del Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo, zona propuesta como ZEPIM (acrónimo de “Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo”; se trata de espacios naturales marinos o costeros que gozan de especial protección medioambiental basada en el Convenio de Barcelona, ratificado por España). Los ZEPIM se crean para la protección de los ecosistemas marinos singulares a lo largo del mar Mediterráneo. Por ello, afirma la DGSCM, se debe considerar la alternativa ‘cero’ o de no actuación, ya que se trata de un corredor único de alta importancia para mamíferos y tortugas marinas (protegidos por la legislación europea, nacional o autonómica y por diferentes convenios y acuerdos internacionales ratificados por España).
La DGCSM hace especial hincapié en la presencia permanente de cetáceos en la zona donde se pretende realizar el proyecto. Las especies presentes en la zona son rorcual común, delfín mular, delfín listado, delfín común, calderón gris, calderón común, cachalote y zifio de Cuvier. Este último, de poblaciones muy escasas y en peligro, es extremadamente sensible a los efectos de la contaminación acústica producida por las prospecciones petrolíferas. De hecho, el zifio de Cuvier goza del máximo grado de protección por un reciente acuerdo del Convenio de Bonn sobre Conservación de Especies Migratorias. En ese sentido, la DGSCM afirma: “Teniendo en cuenta estos datos se puede concluir que existe una presencia permanente de ciertas especies de cetáceos en el golfo de Valencia entre las que destaca el delfín listado y el delfín mular. Por lo que independientemente de la época del año en la que se planteen realizar la campaña sísmica, estas especies siempre recibirán un impacto difícil de minimizar”.
Por si hubiera lugar a dudas, la DGSCM establece que: “Se considera que este proyecto no es compatible con los objetivos establecidos en la legislación de protección de la biodiversidad ni los objetivos de la Ley 41/2010, de 29 de diciembre, de protección del medio marino y de las estrategias marinas”.
Parece obvio que Cairn Energy, de algún modo conocedora privilegiada de que la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto iba a ser negativa (no había posibilidad alguna de que hubiera sido positiva, dada la potente carga argumental científica y medioambiental contra el proyecto y el rechazo tan enorme por parte de todos los sectores de la sociedad), ha decidido emprender una retirada “voluntaria” como estrategia de contención de daños a su imagen y sus intereses, en lugar de esperar a recibir el varapalo de una resolución negativa por parte del Ministerio de Agricultura.
Sea como sea, el caso es que el trabajo conjunto de la Alianza Mar y otras organizaciones de diverso tipo, ha conseguido echar a una poderosa petrolera y evitar que ésta pudiera llevar a cabo su pretendido objetivo de llenar el golfo de Valencia de plataformas petrolíferas poniendo en riesgo el medio ambiente, la pesca y las bases económicas de las islas Baleares y la vecina Comunidad de Valencia.
Parece que ahora los esfuerzos de Cairn Energy y de Industria se van a centrar con fuerza en que salga adelante el proyecto de adquisición sísmica de Seabird Exploration en el golfo de León (en la misma zona donde, quizá no tan casualmente, Cairn Energy ha solicitado 12 permisos de investigación de hidrocarburos: áreas “Nordeste I” a “Nordeste XII”). Y no olvidemos tampoco que está en tramitación el nefasto proyecto de sondeos acústicos de Spectrum en el mar Balear. Ambos con un enorme impacto ambiental negativo que la Alianza Mar Blava ya se ha encargado de exponer con claridad a las autoridades en sus escritos de alegaciones.
Carlos Bravo, Biólogo, consultor ambiental, miembro de Salvia y Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava.