Permitir nuevas exploraciones de hidrocarburos imposibilitaría alcanzar el objetivo, fundamental para nuestra propia supervivencia, de lograr un sector energético eficiente e inteligente basado al 100% en el ahorro, la eficiencia y las energías renovables, como única solución sostenible al problema del cambio climático.
El Mediterráneo atesora importantes valores ecológicos y, en consecuencia, económicos, debido a que diversas actividades que dependen del buen estado de sus aguas y de sus costas, como la pesca y el turismo de calidad, son ejes fundamentales de la economía de las comunidades ribereñas de este mar.
A medida que aumenta el conocimiento científico sobre el Mediterráneo, más se evidencia su extraordinaria importancia medioambiental, y más se ratifica la necesidad de incrementar su protección y de tomar medidas contra las numerosas amenazas que penden sobre él. Entre ellas, los diversos proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos actualmente en tramitación promovidos por diversas compañías del sector petrolero y, más que apoyados, fuertemente impulsados por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo (MINETUR) en estos últimos años.
El propósito final de todos estos proyectos es extraer petróleo o gas en el subsuelo marino, en aguas profundas, por medio de plataformas petrolíferas en alta mar. Proyectos de la misma naturaleza que el que ocasionó el mayor vertido de crudo de la historia: el de la plataforma Deepwater Horizon de British Petroleum en el golfo de México, el 20 de abril de 2010, que provocó un desastre ambiental y económico sobre la pesca y el turismo, cuyos negativos efectos se prolongarán durante décadas.
La creciente toma de conciencia de la ciudadanía y de muchas instituciones del ámbito mediterráneo sobre estos preocupantes riesgos ha hecho nacer en los últimos años un gran movimiento social que persigue la declaración por Ley del Mediterráneo español como zona libre de prospecciones de hidrocarburos, así como fomentar el desarrollo y la implantación urgente, en el entorno mediterráneo, de un modelo energético sostenible, basado primordialmente en el ahorro y la eficiencia energética y las energías renovables.
Punta de lanza de este movimiento es la Alianza Mar Blava, una plataforma intersectorial, nacida en 2013 en Ibiza y Formentera pero con vocación integradora hacia las demás comunidades costeras del Mediterráneo, y que actualmente está constituida por más de cien miembros tanto de las Administraciones públicas (Govern balear, Consells insulares de Formentera, Ibiza, Menorca y Mallorca, diversos ayuntamientos de estas islas y el Ayuntamiento de Barcelona) como del sector privado (entidades de sectores económicos como el turismo, la pesca o el náutico) y de la sociedad civil.
La Alianza Mar Blava es un instrumento de la sociedad y un ejemplo de como la unidad de todos los sectores de ésta, trabajando conjuntamente con base en el consenso, es capaz de obtener grandes éxitos y transformar a mejor nuestra realidad.
Éxitos como el conseguido en 2015 frente a la petrolera Cairn Energy, la cual se vio obligada a solicitar al MINETUR la extinción de sus cuatro permisos de exploración de hidrocarburos en el golfo de Valencia ante la rotunda oposición social e institucional que generó su proyecto y para evitar el daño que le ocasionaría la publicación de una Declaración de Impacto Ambiental negativa. En 2016, Services Petroliers Schlumberger, la mayor empresa de servicios petroleros a nivel mundial, también decidió desistir de su proyecto de prospecciones el golfo de León, tras diversas acciones jurídicas de la Alianza Mar Blava.
A pesar de estos logros, lo cierto es que todavía queda mucho por hacer hasta conseguir que las aguas del Mediterráneo bajo jurisdicción española sean declaradas por Ley en las Cortes Generales como zona libre de prospecciones de hidrocarburos. Aún siguen en tramitación en el Mediterráneo diversos proyectos de prospecciones petrolíferas y también varias solicitudes de nuevos permisos de investigación de hidrocarburos, además de la concesión de explotación vigente de Repsol en el área “Casablanca”, frente a las costas de Tarragona.
Actualmente, no tiene ningún sentido seguir buscando nuevos yacimientos de combustibles fósiles ya que la Agencia Internacional de la Energía y Naciones Unidas han dejado bien claro que, si queremos evitar los efectos de un cambio climático a gran escala, deberíamos dejar sin quemar la mayor parte de las reservas disponibles de combustibles fósiles, para no disparar las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), principal gas causante del calentamiento global del planeta.
Permitir nuevas exploraciones de hidrocarburos sólo conllevará que se pongan en marcha explotaciones de los yacimientos que eventualmente se pudieran descubrir. Eso imposibilitaría, o al menos ralentizaría durante un tiempo significativo, alcanzar el objetivo, fundamental para nuestra propia supervivencia, de lograr un sector energético eficiente e inteligente basado al 100% en el ahorro, la eficiencia y las energías renovables, como única solución sostenible al problema del cambio climático.
La ciudadanía, afortunadamente, es cada vez más consciente de estas cuestiones. Así, en las conclusiones del sondeo internacional World Wide Views Climate and Energy (que fue promovido por la ONU y por el gobierno francés de cara a la importantísima Cumbre de París sobre cambio climático de diciembre de 2015, donde se adoptó el Acuerdo de París) se muestra que el 69,2% de los españoles aboga por «suspender definitivamente la exploración de todas las reservas de combustibles fósiles».
El 4 de noviembre de 2016 será recordado en los libros de Historia como la fecha en que entró en vigor el Acuerdo de París. El reconocimiento por parte de la inmensa mayoría de los líderes mundiales de la necesidad urgente de tomar medidas contra el cambio climático ha sido clave para su rápida aprobación y entrada en vigor. Sustituir el modelo energético actual, fundamentado en el uso de energías sucias y peligrosas, mayoritariamente combustibles fósiles, es una ardua tarea, para la que no nos queda mucho tiempo.
No dejemos que los combustibles fósiles se perpetúen en nuestro modelo energético. Una primera medida inteligente sería prohibir por ley la realización de nuevas prospecciones de hidrocarburos.
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