Uno de los debates más candentes en el marco de la transición hacia un sistema energético descarbonizado está teniendo lugar en el ámbito del transporte terrestre, pero no hay que olvidar las emisiones del transporte marítimo
El debate de la transición hacia un sistema energético y económico descarbonizado no está tanto en la necesidad, que casi nadie discute ya, de abandonar los motores de combustión interna de combustibles derivados del petróleo para dar paso a los vehículos eléctricos (de batería recargable o de pila de combustible de hidrógeno), sino, principalmente, en los plazos para llevar a cabo esa sustitución.
Además de las ventajas con respecto a la reducción de emisiones de CO2, el principal gas responsable del calentamiento global del planeta, la eliminación de los motores de combustión interna conlleva también grandes beneficios para la salud pública pues el diésel, la gasolina y demás carburantes, son causantes, en mayor o menor medida, de la emisión de peligrosos contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx), los óxidos de azufre (SOx), el ozono troposférico y el material particulado, cuyos efectos negativos a la salud están ampliamente demostrados.
Como decía más arriba, ese debate está centrado, casi exclusivamente, en el transporte terrestre, con especial incidencia en el ámbito de las ciudades. Sin embargo, otras modalidades de transporte, como el marítimo o el aéreo, pese a la significativa repercusión negativa en la salud y el medio ambiente de sus emisiones contaminantes, están aún mucho menos presentes en el debate público.
Incidencia elevada
Es necesario debatir a fondo sobre esta cuestión, especialmente en territorios costeros o insulares, como las Balears, donde la incidencia del transporte marítimo es muy elevada. En ese sentido, hay que recordar que la Comisión Europea estima que aproximadamente 50.000 europeos mueren prematuramente cada año a causa de la contaminación del aire causada por los buques. Ello es debido a que el combustible mayoritariamente utilizado para la navegación es el fuelóleo pesado, un producto que contiene altas cantidades de azufre, cenizas, metales pesados ??y otros residuos tóxicos.
Es un hecho incontestable que la industria del transporte marítimo, pese a su creciente participación en la economía, está significativamente por detrás de otros sectores en lo que respecta a sus esfuerzos para la reducción de la contaminación atmosférica que produce. Se dice que, de seguir en la situación actual, en 2020 las emisiones totales mundiales procedentes del transporte marítimo podrían incluso llegar a superar las de todas las fuentes terrestres.
Hay cálculos de que el tráfico marítimo en el Mediterráneo aumentará hasta un 250% de aquí al año 2050. De hecho, esa tendencia ya se está observando en Balears. Así, según la Memoria Anual 2017 de la Autoridad Portuaria de Balears (APB, o Ports de Balears, ente público agrupado en torno a Puertos del Estado) todas las cifras relacionadas con el tráfico marítimo en los cinco puertos de interés general de las Balears que gestiona (en Mallorca, los puertos de Palma y Alcudia; en Menorca, el puerto de Maó; el puerto de Ibiza, y el puerto de la Savina en Formentera), tanto en lo referido a mercancías como al tránsito de pasajeros siguen aumentando, siguiendo la tendencia creciente de los últimos años.
En el tráfico total de mercancía, 2017 marcó un récord al llegarse a la cifra de 15.408.806 toneladas movidas, prácticamente un 5% más que en 2016 (14.665.622 toneladas), cuando se alcanzó un máximo histórico. En lo que respecta al pasaje, siempre con datos de la APB, 2017 también fue un año histórico, tanto en número de pasajeros en régimen de transporte (6.116.931 sobre los 5.818.997 del año anterior, que ya habían supuesto un record), como en pasajeros de cruceros turísticos (2.130.517, superando los 1.958.321 del año anterior).
Evolución
La evolución de esos parámetros en el puerto de Ibiza es similar, logrando en 2017 récords históricos en todos ellos. Así, en cuanto al tráfico total de mercancía, en 2017 se movieron 3.000.186 toneladas (en comparación con las 704.102 Tn. en 1994, el año más antiguo que reflejan las estadísticas de la APB), casi un millón más que en 2007 (2.093.854 Tn., la cifra más alta lograda antes de la crisis económica de 2008).
En cuanto al número de pasajeros en línea regular en 2017 se desplazaron 2.523.119, frente a los 2.002.619 de 2007 (999.534 en 1994). Pasajeros en cruceros turísticos, llegaron 340.334 en 2017, frente a los 257.667 del año 2012 (en 1994 fueron 51.226).
Contaminación. Medidas paliativas
Esta evolución creciente del tráfico marítimo de mercancías y pasajeros conllevará inevitablemente a un aumento de las emisiones contaminantes de este sector en nuestro entorno, salvo que se tomen una serie de medidas que impliquen cambios de combustible, mejoras tecnológicas en los motores, reducción de velocidad, entre otras. La única forma eficaz de lograr que estas medidas se lleven a cabo de verdad es la creación, en el marco de la Organización Marítima Internacional, de un Área de Control de Emisiones en el Mediterráneo.